Donald Trump «modera» la guerra comercial con China: propuso bajar los aranceles al 80%
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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo una «sugerencia» sobre los aranceles sobre las importaciones chinas, la cual consiste en un arancel del 80%. Se trata del primer gesto «moderado» hacia su par chino desde que se activó la guerra comercial arancelaria a principio del 2025.
Tal como es habitual, a través de la red social Truth, con una frase breve y responsabilidad delegada: «Dependerá de Scott B.«, detalló, en alusión a su secretario del Tesoro, Scott Bessent, quien lideraría la delegación estadounidense en las negociaciones previstas para este fin de semana en Ginebra.
El primer gesto de moderación de Donald Trump en la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China
Desde su regreso a la Casa Blanca en enero, Donald Trump impuso nuevos gravámenes arancelarios a China que escalaron hasta el 145% en algunos productos, en una estrategia proteccionista que reavivó el enfrentamiento económico entre ambas potencias. Beijing, por su parte, respondió con aranceles del 125% sobre bienes estadounidenses, profundizando la paralización del comercio bilateral. «No nos arrodillaremos», afirmó el gobierno de Xi Jinping, enfocado a replicar la medida.
La posibilidad de una rebaja arancelaria al 80% ocurrió en la víspera de una reunión clave entre Bessent, el representante comercial Jamieson Greer y el vice primer ministro chino, He Lifeng. El encuentro, que se llevará a cabo en Suiza, busca reabrir canales de diálogo tras meses de tensiones crecientes.
En otro mensaje publicado el mismo viernes, Trump instó a China a «abrir su mercado a Estados Unidos«, argumentando que «sería muy beneficioso para ellos». «Los mercados cerrados ya no funcionan», resaltó el magnate republicano.
La respuesta de China a Donald Trump
La reacción china a la publicación de Trump fue inmediata, a pesar de la enorme diferencia horaria. Hua Chunying, viceministra de Asuntos Exteriores, declaró que el país «no deseaba ningún tipo de guerra con ninguna nación», pero reconoció que «debía afrontar la realidad». Según Reuters, Hua resaltó que China no tenía miedo, aunque mantendría una posición firme en la negociación.
Por su lado, la Organización Mundial del Comercio (OMC) valoró positivamente el inicio de las conversaciones entre las superpotencias. Su directora general, Ngozi Okonjo-Iweala, calificó el diálogo en Ginebra como «un paso positivo y constructivo hacia la distensión«.
No obstante, especialistas recordaron que los avances en conflictos similares anteriores, como el que tuvo lugar durante el primer mandato de Trump en 2018- 2019, resultaron lentos y erráticos. Josh Lipsky, del Atlantic Council, resaltó que aquellas conversaciones avanzaron con dificultad y que esta nueva fase parecía más simbólica que definitiva. Xu Bin, economista de la escuela CEIBS, argumentó que ninguna de las partes podía sostener indefinidamente el actual escenario, pero descartó una vuelta rápida a niveles arancelarios razonables.
Trump busca acuerdos comerciales
Más allá de las tensiones con China, Trump utilizó su presencia internacional para negociar en paralelo con otros socios. En Suiza, la presidenta de la Confederación Helvética, Karin Keller-Sutter, anunció que Estados Unidos y Suiza acordaron acelerar las negociaciones bilaterales, justo cuando Washington amenazaba con imponer un arancel del 31% a productos suizos.
En paralelo, Estados Unidos y el Reino Unido anunciaron un acuerdo bilateral «histórico» que, si bien no fue jurídicamente vinculante, contempló concesiones arancelarias mutuas. El documento permitió a Reino Unido eludir parte de los recargos estadounidenses sobre automóviles (bajando del 25% al 10% hasta una cuota anual de 10.000 unidades), se quitaron las tarifas al acero y al aluminio, y facilitó el acceso recíproco a productos agrícolas como carne vacuna y etanol. Aun así, el arancel universal del 10% sobre bienes británicos, impuesto por Trump el 2 de abril, se mantuvo.
Trump, quien reinstauró una política comercial agresiva desde su retorno al poder, aplicó aranceles del 25% sobre sectores como el acero, el aluminio y el sector automotor, además de un arancel universal del 10% sobre la mayoría de los productos importados, independientemente de su origen, del que no fue ajeno su aliado del hemisferio sur, el argentino Javier Milei.
Si bien se suspendió temporalmente algunos de estos gravámenes para países con los que mantiene déficit comercial, conservó la presión sobre China. También introdujo el llamado «arancel del fentanilo«, un recargo adicional del 20% sobre las importaciones desde China, México y Canadá, países que responsabilizó de la crisis de opioides en Estados Unidos.
Mientras tantos, los efectos de la guerra comercial con China ya eran evidentes: las importaciones estadounidenses desde ese país cayeron en marzo hasta los 29.400 millones de dólares, su nivel más bajo desde marzo de 2020, en plena pandemia. El presidente estadounidense insistió en que China tenía más urgencia por alcanzar un acuerdo, debido su fuerte dependencia de las exportaciones y del mercado estadounidense. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, reforzó esa narrativa, asegurando que tanto la Casa Blanca como Beijing buscaban «volver a comerciar y alcanzar un gran acuerdo».
A pesar de los buenos números macroeconómicos, los aranceles de Trump generaron temor por su posible impacto en los precios al consumidor a nivel interno, donde la economía sigue en números favorables para la administración republicana. Incluso el propio presidente generó controversia esta semana al sugerir que las niñas estadounidenses deberían «conformarse con dos muñecas en lugar de 30», en un aparente intento por justificar un futuro encarecimiento de los productos de consumo.
No obstante, los efectos de su estrategia arancelaria ya se notan. En Canadá, por ejemplo, han impulsado un auge del nacionalismo económico que ha beneficiado electoralmente al Partido Liberal. A nivel internacional, países como India y Reino Unido lograron sellar nuevos acuerdos comerciales para disminuir su dependencia de Washington, en un mundo que comienza a buscar alternativas ante la imprevisibilidad de la política exterior estadounidense.