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El legado galés en Chubut: la historia del trigo que brilló en la Patagonia

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Hacia finales del siglo XIX arribó una comunidad de galeses a Patagonia que comenzó con la producción de trigo en Chubut. Con muchas horas de trabajo y esfuerzo en base a métodos artesanales, lograron brillar en el mundo con la calidad de su producto.

El valle del río Chubut es una zona fértil y de paisajes increíbles, donde los campos se abren sin fin en el horizonte. Entre los verdes pastizales y las bondades de su río homónimo, que cubre un 60% de la superficie de aquella provincia, surgen las historias de los inmigrantes que vinieron a buscar un futuro mejor en estas tierras.

Años antes de la mal llamada, “Conquista del Desierto”, llegó una comunidad de galeses a Chubut en busca de un futuro mejor para ellos y sus familias.

A principios del 1800 los galeses estaban sufriendo mucha hostilidad en su tierra por parte de Inglaterra, y esto los motivó a migrar hacia otras latitudes con la idea de preservar su cultura. Uno de los destinos elegidos fue la Patagonia argentina, específicamente Chubut. A pesar de su clima hostil, las grandes extensiones de tierra y la posibilidad de trabajar en la producción agropecuaria, sonaba atractivo. En estas tierras estaba todo por hacer.

Como los describe el Ingeniero y productor Ricardo Irianni, radicado en Gaiman y un estudioso del tema, los primeros galeses llegaron en 1865 a Chubut en barco, fueron 153 y llegaron con un incentivo económico del gobierno nacional, en ese entonces a cargo de Bartolomé Mitre y de Guillermo Rawson como ministro del Interior.

El velero “Mimosa”, trajo a estos galeses desde Liverpool hacia el Golfo Nuevo en la zona de lo que hoy es Puerto Madryn, luego se instalaron a 60 km en el valle inferior del río Chubut, pueblo que luego fue fundado como Rawson. En estas tierras, los galeses se encontraron con los pueblos originarios, con quienes mantuvieron una existencia pacífica y de mutuo aprendizaje.

“La Patagonia era un territorio administrado por la provincia de Buenos Aires, al cual aún no habían llegado inmigrantes. Había agua dulce de los ríos de la zona y, a su vez, cercanía con el mar. Era un buen lugar para armar una comunidad galesa y conservar su idioma y costumbres”, describe Irianni, actual presidente de la Sociedad Rural del Valle del Chubut.

En 1874 llegaron más inmigrantes galeses y también llegó un grupo de Estados Unidos. Algunas de estas familias galesas fundaron Gaiman. Los primeros inmigrantes venían de trabajar en la minería en sus lugares de origen, sin embargo, muchos de ellos llegaron equipados con maquinarias para trabajar la agricultura y en posteriores inmigraciones llegaron más galeses expertos en el tema.

¿Ovejas o trigo?
Lewis Jones fue uno de los fundadores de la colonia galesa en Patagonia, quien había viajado en 1862, antes de la primera inmigración, para evaluar las posibilidades que brindaba la Patagonia para su comunidad. En esos comienzos, se evaluaron las posibilidades de la actividad ovina, de hecho, hubo un convenio con la entrega de 50 mil ovinos para la colonia, además de tratados que se hicieron con las distintas tribus originarias en 1865.

Por distintos motivos la producción ovina no prosperó y la mejor alternativa fue la producción del trigo. Como lo explica Irianni, “los primeros años fueron difíciles, el primer año solo se sembró una hectárea, abrieron a pico y pala los primeros canales de riego. Ya para 1867-68 había más productores, unos 13 con una cosecha de 900 kilos por hectárea”, afirmó, toda esta producción se realizaba en forma artesanal y sorteando las variabilidades de los caudales del río Chubut.

A medida que pasaron esos primeros años, la Argentina seguía creciendo en la producción de trigo, especialmente en otras zonas de argentina y los precios comenzaron a bajar por la mayor oferta. Sin embargo, en Chubut la producción fue creciendo hasta que en 1886 se llegaron a cultivar 6.000 has, en 1888 se registraron 5.000 hectáreas. Para ese entonces, la provincia de Santa Fe llego a ser la mayor productora de trigo con 400 mil has en 1888, aunque anteriormente el ranking lo lideró Carmen de Patagones.

Comunidad galesa en Chubut

“Cuando fracasaba la cosecha en el norte por alguna sequía, los precios de Chubut eran buenos, pero cuando abundaba la cosecha en el norte, no se podía competir en cantidad, pero si en calidad, algo que también pasó con la alfalfa” describe Irianni.

Sobre cómo se transportaba esta producción, el Ingeniero y productor descendiente de galeses recuerda que, “La cantidad de trigo que se producía se sacaba en pequeñas barcazas por el puerto de Rawson, desde los carros a los pequeños botes y, desde los botes, a los barcos para poder ser exportado”. Las dificultades logísticas de este método, incentivaron la construcción del ferrocarril, que ayudó al transporte de los productos agrícolas.

Como broche de oro, el trigo de Chubut fue premiado en París y en Chicago por su alta calidad. Lo que demostró la gran evolución que lograron los galeses en la producción de trigo en la Patagonia.

Del auge, a la caída de la producción
Hacia la década de 1930, comenzaron las trabas para los productores de trigo de Chubut. Los lobbies de las empresas del Norte y la Junta Nacional del trigo no permitieron establecer precios compensatorios y centralizaban el trigo en Buenos Aires, para que después vuelva a los molinos del Sur. Esto trajo muchos problemas logísticos, que incrementaron el costo de producción y hasta se llegó a importar trigo nuevamente.

Con el tiempo “la gente abandonó los molinos y comenzó la transición del trigo” hacia otros rubros productivos. Otro de los factores, según Ricardo Irianni, “fue la rotación de suelos que debía hacerse cada cuatro años. Se dejaban descansar los suelos, y recién al cuarto año, se producía en el mismo lugar para que se recupere la oferta de nutrientes. Creo que eso fue uno de los problemas por el cual se dejó de hacer trigo en Chubut” aseguró el productor.

Molino de Nant Fach Trevelin. Foto: Rodrigo González

Más tarde, en 1949, el gobierno nacional declara zona no triguera al sur del Río Colorado. Para terminar de sepultar la producción de trigo y la actividad de los molinos harineros de Chubut, se subsidió la producción del Norte del país y se terminaron cerrando los molinos del Sur.

Si actualmente se visita Chubut, se puede encontrar que aquellos molinos que alguna vez tuvieron su época de esplendor hoy funcionan como lugares históricos para el turismo. Aunque algunos de ellos siguen en funcionamiento, como el Molino de Nant Fach de Trevelin, la producción de trigo en el Valle Inferior, aunque casi inexistente, dejó innumerables huellas del pasado que tal vez futuras generaciones puedan retomar.

Fuente: Más Producción (masp.lmneuquen.com)