Listen on Online Radio Box! Fm Glaciar Fm Glaciar

“Las corredoras”: un homenaje nacional al Hollywood de los 50

Comparti este articulo.

“Intriga. Amor. Locura”, anuncia el afiche estilo años ‘50 de “Las corredoras”, la comedia de Néstor Montalbano que se estrena mañana, protagonizada por Carola Reyna, Diego Capusotto y Alejandra Flechner. Esta vez, el humor singular y distendido del director (“Cha Cha Cha”, “Todo por dos pesos”, “Soy tu aventura”, “Pájaros volando”, “Por un puñado de pelos”) muestra una nueva faceta, jugada entre el melodrama, el homenaje y la parodia. Y plantea una primera intriga: si Carola Reyna no es una de las corredoras, ¿entonces quién puede ser?
Dialogamos con el director y la actriz:

Néstor Montalbano: En homenaje a mi viejo, que ya estaba muy enfermo, yo lo acompañaba, y la pasábamos mirando películas de los ’40 y ‘50, recordando las emociones que nos despertaban cuando las veíamos en el cine del pueblo. Soy de una ciudad chica, Nueve de Julio. Un día encontré en el gallinero un autito de juguete, tipo turismo de carretera, de cuando tenía seis años, todo oxidado. Lo arreglé, se lo mostré a mi viejo, y me dieron ganas de hacer una película que me sumergiera en aquellos tiempos. Hacerla, me permitió manifestar esas emociones, más allá de mi locura.

N.M.: Sí, canta ese tema de “Angustia de un querer” vestido como Burt Lancaster en “O.K. Corral”. Yo mismo busqué el sombrero a lo Wyatt Earp hasta encontrarlo. Y también pinté el cuadro que domina la sala.

Film1.jpg

P.: El retrato de la mujer con un pasado, como en los melodramas clásicos. Pero además de esos guiños hay una cuestión de género, un doble homicidio cometido por un muerto, un estanciero que canturrea “La Internacional” y un Ministerio de Agrociencia, algo así como el Inta elevado a Ministerio. Todo bien a lo Montalbano.

Carola Reyna: Leí el guión y no entendía cuál sería el código. Pero la propuesta era muy atractiva, estimulante, una película de época, volver a trabajar con Capusotto (hicimos un matrimonio “normal” en “India Pravile”, de Mario Sabato), y sobre todo estaba el entusiasmo de Montalbano. Era un riesgo, pero cuando se juega en lo que a una le gusta es un riesgo acolchonado. Aparte, siempre me tocan cosas raras, cosas jugadas.

P.: Como “Color escondido”, donde todas las chicas tenían muy poco vestuario, por decirlo discretamente.

C.R.: Había algo incómodo en esa experiencia, que para colmo era mi primera película. Otra, “El caso Monzón”, donde me sentía muy responsable de representar a Alicia Muñiz muerta, casi desnuda, y sin embargo fue un rodaje sumamente divertido, porque el director Gabriel Arbós aplicaba muchísimo humor. Me ha tocado también “El amante de las películas mudas”, con Alfredo Alcón. En una escena mi personaje cae al agua, trajeron una doble ¡que no sabía nadar! ¿Y quién se tiró al rio? No seré Tom Cruise pero hice mi propia escena de riesgo.

P.: ¿Y cómo entró al código de “Las corredoras”?

C.R.: Descubrí que es una comedia hecha con total seriedad, un juego muy anacrónico y al mismo tiempo muy argentino. Entré, porque en arte una no hace las cosas para ver qué pasa, las hace para hacerlas. Y me pareció una llamarada de vida.

N.M.: Esta es una película que considero amable. Si vas con el corazón llano te acaricia.

C.R.: Y el vestuario es bárbaro, parezco Kim Novak en “Vértigo”. Mi personaje, que acaba de perder al padre, viaja en representación del Ministerio a una estancia donde harán una donación de tierras, pero la reciben de modo hostil, surge entonces una pulsión de vida que la lleva a investigar, hasta que al fin puede confesarse que perdió el tren, que perdió la vida, como tantas personas con cosas nunca asumidas, no externalizadas. En el Festival de Jujuy, donde la presentamos, un señor ya grande, refiriéndose a mi personaje dijo algo hermoso: “y al fin fue libre”.

P.: Es una película hecha con amigos y parientes, ¿verdad?

N.M.: Con uno de los productores, Marcelo Schapces, y el director de arte Rodolfo Pagliere somos egresados de la misma camada de la Enerc, amigos desde hace 40 años. Un primo hace de policía, mi yerno hace de dueño del bar (¡el mismo bar donde Leonardo Favio filmó una escena de “Juan Moreira”, qué emoción!), mi nuera el personaje de Carola, mi hijo Enzo la música. Es rockero, pero lo puse a estudiar los clásicos de esa época, le dije “yo quiero ir por ahí”, y me hizo caso.

P.: La música es muy buena, bien al estilo de los melos de Hollywood de los ’50.

N.M.: También está Norman Briski, abriendo la historia. Otro amigo que te la hace fácil, Diego Capusotto, misma generación, somos como hermanos, solo que él es rockero y yo soy más grasa. Con él siento lo que me transmiten las películas viejas reciclado en el hoy. Hicimos “Soy tu aventura”, “Pájaros volando”, “Chasqui”, “No llores por mí, Inglaterra”, “Soledad y Larguirucho” (yo hacía la parte en vivo y García Ferré los dibujos, un tipo divino que me hizo entender algo más de la vida). Y Marcela Potente, la coguionista, es mi esposa. Nos enamoramos cuando teníamos nueve años, como Messi y Roccuzzo. Ella era la hija del farmacéutico y yo el hijo del panadero. Todavía nos divertimos con las mismas cosas, esta película creo que resume nuestros sentimientos. Trabajé con mi viejo hasta los 26 años, cuando él me dijo “Esto no es lo tuyo, andá a hacer cine”. Para entonces yo hacía películas amateurs, hacía actuar al comisario, al intendente, a todo el pueblo.

P.: Después vinieron los estudios formales, el premio Meliès, las dos becas en Francia, la guía de Jean Claude Carrière y Joyce Buñuel, y todo el resto. ¿Y ahora?

C.R.: Ahora, disfrutarla y después vemos. No hay fórmula. Si te va bien, buenísimo. Mientras, hago “Okasan”, mi unipersonal de autogestión, y arranco una obra de teatro producida por Adrián Suar, con Leyrado, Belloso y Paola Krum. Me hubiera gustado hacer una segunda temporada de “Terapia de familia”. Con Boy Olmi la disfrutamos mucho, pero, aunque fue bien recibida, no hay segunda temporada.

N.M.: Y nosotros, si esto no va bien, si un día no podemos hacer más películas, volveremos a Nueve de Julio. La panadería es como la funeraria, tiene clientes todos los días.