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Ante las críticas de su familia por producir con “agrotóxicos”, una productora cultivó una huerta sin aplicar ningún insumo o fertilizante: ¿Te imaginás el resultado?

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El relato de Paola Volvi se asemeja al de muchos otros productores agropecuarios, que a diario enfrentan críticas por el uso de agroquímicos –tildados como “agrotóxicos”- en su producción. Que contaminan a los alimentos, que afectan a la población, que envenenan el planeta, son algunas de las quejas que más se repiten.

Pero en el caso de esta productora, con una trayectoria de trabajo en el campo que alcanza las tres décadas, las oposiciones llegaron desde el interior de su propia familia. Eso la llevó a realizar lo que catalogó como un “agro-experimento”, en el que junto a su esposo demostró que no se puede prescindir de tecnología para cultivar a gran escala, y que bien usada ella no resulta perjudicial.

“Yo vivo y trabajo en el campo desde hace 30 años. Mi hija nació acá y hoy tiene 28 años. Somos seis de familia y en nuestro establecimiento nos dedicamos a la agricultura y a la cría de ganado bovino. El tema de discusión con el resto de la familia que vive en la ciudad siempre es el uso de fitosanitarios o agrotóxicos para ellos, que envenenan el planeta y a los consumidores. Estamos hartos de explicarles que no es así y que si fuese de esa forma nosotros que vivimos acá estaríamos muertos, ya que por ejemplo hoy tengo sembrado maíz a 20 metros de la ventana de mi dormitorio”, dijo Paola a Bichos de Campo.

“Como no había manera de hacerles entender el  por qué no se puede volver a la agricultura del siglo XIX, con mi marido quisimos darles una muestra gratis de cómo sería el futuro de la humanidad si dejásemos de usar fitosanitarios en la producción, y si sólo dependiésemos del clima y la naturaleza para el desarrollo de las producciones agrícolas”, indicó a continuación.

Fue así que entre julio y agosto del año pasado iniciaron con una huerta en el campo, en donde prescindieron de la aplicación de herbicidas, insecticidas, fungicidas y fertilizantes. También disminuyeron el uso del riego artificial, para bajar el consumo de energía y combustibles fósiles no renovables.

“La idea es generar un impacto de menor magnitud ambiental reduciendo el empleo de recursos finitos”, afirmó en sus redes la productora

Allí sembraron ajíes colorados y amarillos, remolachas, puerros, caléndula, acelga, zapallitos, zanahorias, brócoli, coliflor, apio, lechuga, tomate, chauchas y berenjenas, entre otras verduras.

Y a casi ocho meses del inicio de este experimento, Paola reveló los resultados obtenidos hasta ahora. “Más del 70% de lo sembrado o plantado se perdió debido a plagas de insectos, malezas, sequía y la ola de calor”, adelantó.

En los videos publicados se observan varios ataques de insectos como el bicho moro de patas anaranjadas, además de decaimiento de algunas plantas de tomate producto de, según Paola, la presencia de hongos.

“La decisión que tomamos fue racionar los alimentos en base a la ideología de los integrantes de la familia. Por un lado, los que entienden que la demanda de alimentos está condicionada por la cantidad de producción, y que la producción está condicionada por los fitosanitarios (agroquímicos) y el agua que se utilicen en el proceso. Por otro lado están los que piensan en el medio ambiente y en el cambio climático, que creen que se puede volver a la agricultura del siglo XIX sin consecuencias”, explicó la productora.

“Por esto decidimos que lo poco que se cosecha se entrega de la siguiente forma: somos 32 personas que conformamos la familia. Descontando el 70% que se perdió, el 30% de los alimentos obtenidos se destinan para 22.4 personas. Así que sólo 5 personas K recibirán alimentos. Esto es la Agenda 2030/50. ¡Fin!”, añadió en sus redes a continuación.

A modo de conclusión, Paola afirmó: “Esa era la idea, demostrar la inviabilidad de la agricultura del siglo XIX en la actualidad”.