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Con 22 años Marcos Marini viajó a Australia para conocer en qué condiciones se desarrolla el agro allí: “Tienen problemas como todos, pero tienen la espalda para enfrentarlos”, reconoce

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La idea de hacer un intercambio y conocer otras realidades se prendió en la mente de Marcos Marini como una garrapata. Con 22 años y una carrera universitaria aún por terminar, supo que lo que más necesitaba era salir de su zona de confort y aprender cómo otros hacían lo que él hacía en Argentina. Por eso se las arregló para viajar más de 12 mil kilómetros hasta llegar a Australia, en donde trabaja como peón de una cabaña ovina desde diciembre del año pasado.

“Con mi familia siempre alquilamos campos y tuvimos distintas actividades agropecuarias. Primero nos dedicamos al tambo, después hicimos algo de agricultura pero dedicada toda a los bovinos. Ahora estamos también en un contrato para hacer hotelería de hacienda. Yo estudio agronomía y hace rato que venía con esta idea de intentar algo afuera. Mi objetivo era venir y aprender cómo laburan ellos, entender por qué está la diferencia que está, y ver su producción con mis propios ojos”, dijo a Bichos de Campo Marcos Marini.

Oriundo de zona norte, este joven bonaerense puso pausa en su participación en los campos que su familia arrienda en Lujan y Villars, y apostó por un trabajo en un campo ubicado en  Mortlake, en el departamento australiano de Victoria.

“Victoria está en el sudeste de Australia y el estado ganadero por excelencia. Hay muchos tambos, al punto tal que el 80% de la producción de leche sale de esta zona. En mi caso quería tratar de hacer algo que no conozca, por lo que fui buscando en grupos de Facebook, WhatsApp y otras redes datos y propuestas laborales. También me metí en varios grupos de farmers de acá y tuve tres o cuatro ofertas. Desglosé cada una, para ver qué me ofrecían y qué me entretenía más, y me decidí por la cabaña. Vine desde diciembre hasta marzo”, contó Marini.

-Por lo que contás, pareciera que hay bastantes búsquedas laborales. ¿A qué se debe ese fenómeno?- le preguntamos.

-Ellos tienen un tema acá desde la pandemia. En medio de ella, muchos australianos dejaron de querer trabajar en la zona en que yo estoy. Lo que te cuentan es que el Estado les daba unos 500 dólares australianos por semana, y ellos empezaron a vivir de arriba, literalmente. Y estos son todos laburos que ellos no quieren agarrar. Ahí es donde hay oportunidades para los extranjeros. Ellos no quieren hacer un montón de trabajos que nosotros sí estamos dispuestos a hacer. En mi caso por gusto, porque es lo que a mí me apasiona y quería venir a experimentar. En otros casos también está la necesidad de extender la visa, de ganar plata. Es un laburo que podría tener cualquier persona en Argentina, nada más que uno está afuera.

-¿Cuáles son tus responsabilidades en la cabaña?

-Este es un campo familiar. En Victoria esa una modalidad muy recurrente, tanto para tambos como para cabañas. Trabajo mano a mano con mi jefe, que se encarga de la parte administrativa. Siempre arranco el día siete y media, me reúno con él, me da los puntos que tenemos que hacer, planeamos algunas otras cosas y salgo a hacer mis tareas, que cambian con el día. Entrego raciones a los animales, rollos con el tractor, muevo ovejas de lote, si hay que hacer alguna tarea de sanidad las llevo a la manga o realizo yo las curaciones, controlo los comedores que son automáticos, regulo la cantidad de alimento, tomamos muestras de ADN para planificar las cruzas, miramos las majadas para hacer selecciones, hago arreglos, hay de todo un poco.

-¿La cabaña se dedica más a la producción de lana o de carne?

-Tenemos varias patas. La cabaña vende tanto el vellón de la lana como la carne. Tenemos dos razas principales, la Merino Australiano y la Bordleicester, que es bien carnicera y poco difundida en Argentina. Son Animales morrudos de entre 80 y 100 kilos, que tienen una lana de menor calidad pero buena carne. Mi jefe vende carne, vende el animal en pie, vende paquete de embriones, vende pajuelas, vende la lana, vende los carneros, de todo.

-¿Y cuáles son las condiciones del empleo allá?

-Está todo muy regulado. Acá la mayoría se maneja en blanco, de hecho yo estoy en blanco. Y prácticamente el 90% de las cosas que vas a encontrar son en blanco. Entonces para todo hay tarifas, para todo está establecido cuánto se gana. Por ejemplo, un tipo que trabaja en la esquila, tiene una tabla donde según los años que tiene, la experiencia y la cantidad de ovejas que esquiló, puede cobrar más o menos plata. Está todo tabulado. Y hay como un ojo del gobierno encima de todo, en que el empleador pague, en que haga los aportes. En ese sentido funciona como un relojito el sistema laboral.

-En tu caso particular, ¿cuáles son tus condiciones de contratación?

-En este trabajo tengo un contrato con unas 40 horas mínimas establecidas a la semana, y tengo los dos días del fin de semana libres, que son optativos. Por ejemplo cada tanto sumo horas en un bar, para cambiar de aire, o me voy a la playa o a pasear. La cabaña me pasa 25 dólares australianos la hora, a lo que ellos agregan un 11% que a la jubilación. También se me descuenta un 15% de impuestos por mi tipo de visa. La verdad que los números cierran por todos lados. A mí me pagan a la quincena y obtengo alrededor de dos mil dólares australianos. No pago alojamiento y después para hacer las compras por semana, ponele que estás en 150 dólares, con la nafta incluida yendo para el pueblo. Todo siempre depende de las condiciones que ofrece cada empleo.

A continuación, Marini añadió: “Yo siempre digo que las condiciones me parecen un aspecto subjetivo porque uno puede se puede sentir en condiciones o no, estando en el mejor lugar del mundo o en el peor. Y esto lo llevo también para el lado de que emigrar no es todo color de rosas. Yo estoy a 14.000 kilómetros de mi casa, sin mi familia, sin mis amigos, con toda la gente hablando en otro idioma. En ese sentido es complejo. Desde el lado de comodidad, de lo que podría decir amenities de una casa tengo todo: lavarropas, secarropas, agua caliente, televisor, cocina equipada, etc.”.

-¿Crees que allá existen más posibilidades de crecimiento?

-Sí, a ver, acá tiene una vida también distinta. Tienen una idiosincrasia distinta como sociedad. Hay muchas oportunidades de crecer gracias a los préstamos. Tiene muchas oportunidades, capacidad de ahorro grande. Tienen problemas como todos, obviamente no es el mundo mágico, pero ellos tienen una espalda que se las da la estabilidad y las reglas de juego claras. Ellos saben cómo salir a jugar. Los precios, al igual que en Argentina, varían. Por ejemplo, una oveja del montón capaz que te puede salir 40 dólares australianos. Hay momentos en que la oveja está más cara, hay momentos en que está más barata, como pasa con todo. Acá tienen fluctuaciones de los precios, eligen vender, eligen guardarse, entienden los momentos de mercado, cuándo entrar, cuándo salir, cuándo es un buen momento para invertir. Tienen un resto, que en Argentina es muy difícil. Además de una transparencia, saben que hay un mercado en el que las reglas se juegan claras, se saben cuáles son los impuestos, las tasas municipales y provinciales,  y lo único que cambia es el precio.

-¿Y cómo se ve allá a los argentinos que emigran buscando trabajo?

-La verdad es que la mirada es muy buena, sobre todo por esto de que el argentino mira como una oportunidad venir acá. Siempre hay ganas de laburar, es algo que nos caracteriza. El argentino se la rebusca para laburar de lo que sea y la gente acá sabe que somos así, que queremos vivir bien y progresar. Los argentinos tenemos buena reputación. Lo que sí no es muy bien visto es el trabajo mediante visa de working holiday, más que nada porque prefieren contratos más extensos, donde quizás labures un año. Que entre gente y salga todo el tiempo los agota porque es explicarle todo desde cero a alguien nuevo.  Si vos querés venir y quedarte un año, es probable que consigas laburo muy bien. También hay que saber que hay temporadas y temporadas. Justo ahora esta temporada de verano viene siendo tranquila. Es la época en la que no se recomienda venir, igualmente laburo vas a encontrar igual. Pero para encontrarlo hay que moverse. Si uno le puede hacer entender a la otra persona que está dispuesto a trabajar bien, con eso va perfecto.

-Desde el punto de vista de la agenda de los productores allá, ¿ves que temas como la producción orgánica o sustentable son importantes? Pensando a Australia como un potencial competidor de Argentina en algunos rubros.

-La verdad es que sí, hay toda una movida con respecto a lo orgánico o a lo bien producido. Creo que es así porque el productor cree que la gente lo va a rechazar si las formas no son las correctas. Por darte un ejemplo, desde que llegué no vi ni una fumigadora, es muy impresionante. Si hay una tendencia a lo orgánico, pero más que nada a lo sustentable, digamos, a no aplicar tanto, hacer mucho manejo de las rotaciones. Se busca mucho el equilibrio de intentar hacer todo lo más natural posible.

-¿Sentís que te volvés a la Argentina con ideas? ¿Pudiste dar con esto que fuiste a buscar?

-La primera cosa que vine a buscar fue el intercambio y el disfrute. A pesar de que estoy laburando 9 horas por día, siendo que estoy de vacaciones porque estoy haciendo lo que me gusta y soy feliz. Disfruto de aprender y siento que lo estoy logrando con creces. También quiero volver a terminar mis estudios, porque me parece que es una parte fundamental. Me encanta lo que estudio y quiero seguir en esa línea. Lo económico también me ayuda a mí para poder tener independencia, poder volver a Argentina con una platita y poder empezar a comprar y vender hacienda, poner mi propio negocio, tratar de hacer algo por ese lado. Desde todos los sentidos es un país que me dio una gran oportunidad y sin dudas tengo ganas de que me vuelva a encontrar. Es un país muy lindo, con mucha maravilla natural, con muchos lugares para conocer. Esto lo digo sabiendo que Argentina que no tiene nada que envidiarle a nadie, pero que es muy enriquecedor cambiar también de aire.

-¿Qué les dirías quienes tienen el mismo objetivo que vos?

-Que se animen, que se lancen, no es tan difícil como parece. Lo único que hay que tener es valentía e inglés. El inglés es medio innegociable para cualquier cosa que quieras acá. La verdad es que es una oportunidad muy linda y      me siento muy contento de poder hacerla y compartirlo con otras personas.