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Mama Antula, la primera santa criolla, ya tiene quien la retrate

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31 de enero 2024 – 13:21

Xil Buffone, la artista plástica que ya le había consagrado a Mama Antula una instalación lumínico-sonora hace siete años, acaba de presentar un nuevo retrato-estandarte de quien será la primera santa argentina, que el papa Francisco canonizará este mes.

Fragmento del estandarte de Mama Antula, según Xil Buffone.
Gentileza de la artista

El papa Francisco canonizará el 11 de febrero en San Pedro a la beata argentina María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula. Será, entonces, la primera santa argentina. Hace poco menos de un año, con una pintura de Antula junto al Cura Brochero (ya santificado) y los burros de ambos, la artista Xil Buffone (1966) obtuvo un premio en la XIII Bienal de Arte Sacro. Y en estos días acaba de terminar un retrato de Antula que llama la atención por su extraordinaria belleza.

Si bien el arte religioso argentino reconoce antecedentes en el siglo XVII y el XVIII, no son muchos los artistas dedicados al género. Entre ellos figuran Alfredo Guttero, Norah Borges, Miguel Carlos Victorica o Santiago García Sáenz. A fines de los años 90, Buffone pintaba frescos en las iglesias junto a Hernán Molina, cuando apareció en Lanús un estudioso de la vida de los santos. “Se llamaba Gerardo Di Fazio -aclara la artista- y nos llevó a la Santa Casa de Ejercicios Espirituales por primera vez. Ahí nos dieron unos libros sobre Mama Antula y nos deslumbramos con esa mujer del 1700 cuyos logros parecían imposibles. No estaba recluida como la gran mayoría de las monjas, salía a predicar. Di Fazio nos pidió que pintáramos a Mama Antula, su imagen desde hoy… luego él falleció y el pedido quedó trunco… o digamos, se demoró…”

Con una idea de Di Fazio en 1997 se filmó la película “Antula” en el Centro Televisivo Arquidiocesano. La protagonista de esta historia nació en Santiago del Estero en 1730. Y su vida está ligada al momento en que tomó conciencia de la importancia de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola y decidió difundirlos. En 1767, cuando expulsaron del Virreinato a los jesuitas, responsables de la tarea educativa y de la práctica los Ejercicios Espirituales, se cierran las reducciones y Antula, quien durante 22 años los había asistido, salió a los caminos decidida a dar a conocer la palabra de Dios. Así llegó caminando, siempre descalza, hasta Jujuy. Y luego de una larga peregrinación a pie, donde una de sus acompañantes muere al ser atacada por un puma, se instaló en Buenos Aires. Todos sus esfuerzos tuvieron finalmente un premio. El obispo le otorgó un permiso para fundar la Casa de Ejercicios Espirituales, determinación importante si se tiene en cuenta la devoción de Antula por la Compañía de Jesús, expulsada del reino. Allí moriría a sus 69 años, después de haber alcanzado su misión. Como un milagro más, los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, abiertos y gratuitos, continúan realizándose desde 1789 en el mismo lugar, en la casa más antigua de Buenos Aires que prosigue con la misma función desde que fue creada en la Avenida Independencia.

Xil Buffone es artista y cronista de arte, estudió en la Universidad Nacional de Rosario, está radicada en Buenos Aires, es docente del Instituto Summa y el Centro Cultural Rojas y curadora del archivo de Juan Pablo Renzi. Su franca adoración por Antula se fortaleció cuando conoció a la curadora y teórica Cecilia Bendinella. “Ella venía de escribir un artículo para una universidad de Barcelona donde comparaba a Hildegarda Von Bingen, abadesa alemana del medioevo, con Mama Antula. Y me propuso hacer algo desde el arte en la Santa Casa de Ejercicios Espirituales con motivo de su beatificación, en agosto de 2016”. Allí realizó Buffone una instalación lumínico-sonora, “La Visión de Mama Antula”, un exvoto eléctrico, con música de Germán Cancián y montaje técnico de Sandro Masroni. Cuando terminó la muestra, que envolvía al espectador en la configuración artística, Xil Buffone dejó en la Santa Casa un retrato de Antula, pintado con los colores brillantes de Gramajo Gutiérrez. Había terminado la pandemia cuando volvió a hacer los Ejercicios Espirituales y se encontró con su propio retrato. “Estaba colgado en uno de los pasillos y cerca de la celda de Mama Antula. Agradezco de corazón ese gesto que me emociona”, confiesa.

El nuevo retrato de la beata pintado en estos días, es en realidad un estandarte, cuyo formato se asemeja al del Cura Brochero, que se encuentra en el Santuario de Córdoba y que el papa Francisco colgó en el Vaticano.

Buffone le pintó a Mama Antula los ojos claros, celestes, siguiendo la tradición oral, y los testimonios de la época que dicen que tenía piel blanca, que era alta y delgada, con labios finos, nariz recta y pelo oscuro. El rostro, un óvalo perfecto, es también oscuro, curtido por el sol. La artista glorificó a Antula con todos sus atributos, su cruz alta, el “Manolito” al cuello, el libro de los Ejercicios Espirituales de Loyola, y la capa del legado jesuita. Un halo de santidad está representado por el oro refulgente que rodea su cabeza y transmite la enorme dimensión de su propia fe.